Antiguamente las barricas se utilizaban para transportar el vino, de hecho, se servía directamente desde este recipiente que solía ser de diferentes tipos de maderas como, haya, pino, castaño, fresno… pero, con el tiempo y la aparición de la botella de vidrio todo cambió y la barrica se convirtió en mucho más que un recipiente.
En la actualidad, se le da verdadera importancia a la calidad del material de la barrica ya que se utiliza para su crianza, con el objetivo de obtener un vino con un sabor más agradable. De hecho, las propiedades de la madera de roble ofrecen al vino una cesión adecuada de componentes tánicos y aromas gracias al aporte de oxígeno que este tipo de madera genera a través de sus poros.
Si hablamos de las barricas de roble, podemos señalar que cuando son nuevas, en sus primeros cinco años, es cuando los vinos logran los mejores matices. En concreto se utilizan dos tipos de roble, el francés y el americano…
- La Barrica de Roble Francés aporta al vino aromas equilibrados especiados.
- La Barrica Americana está hecha de una madera más densa y permeable. Aporta al vino especialmente aromas dulces como la vainilla, coco, canela y cacao.
Los aromas creados por la madera tienen relación directa con el nivel del tostado que demos a la barrica (temperatura y duración). En este proceso se determina lo que la barrica cederá al vino en la crianza. De hecho, existen diferentes de tostados:
- Tostado ligero: marcado por los aromas de nuez y coco.
- Tostado Medio: matices de coco y roble fresco. Tiene menos impacto aromático en relación al tostado ligero. Gana equilibrio y complejidad. El aporte de taninos es menor.
- Tostado fuerte: pierde intensidad olfativa. Cuanto más intenso sea el tueste, menos taninos aportará.
- Tostado muy fuerte: Descenso del aroma. provoca gran cambio en la composición.
Por tanto, el tostado va a depender de lo que la bodega considere más adecuado para sus caldos. Finalmente el objetivo siempre será contar con un vino de calidad.