El vino es una de las bebidas alcohólicas más antiguas que se conocen. En Egipto, se han encontrado numerosas referencias por escrito a su elaboración. No obstante, la evidencia más antigua hallada hasta el momento es una bodega del año 6000 a. C. localizada en Armenia. Desde entonces, el vino ha acompañado a diferentes civilizaciones a lo largo de la historia. Y, curiosamente, especialmente en occidente, ha sido la bebida adoptada por las clases altas para regar toda clase de celebraciones.
Pero más allá de su antigüedad y prestigio, un gran número de investigaciones científicas han demostrado los beneficios del vino para la salud con un consumo moderado. El límite aproximado recomendado es una copa diaria para mujeres y dos para hombres. En general el más beneficioso es el vino tinto, ya que es más rico en taninos y en antioxidantes.
¿Y cuáles son los beneficios del vino?
El vino es un poderoso antigrasa. Según investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts, su consumo impide la formación de nuevas células de grasa gracias a la activación del gen SIRT1. Además, reduce el sobrepeso y la obesidad cuando envejecemos.
El vino evita la caída de los dientes. Un estudio de la Universidad de Pavía ha demostrado que tanto el vino blanco como el tinto actúan contra los estreptococos, bacterias responsables de la caries bucal.
El vino reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Gracias sobre todo a su efecto vasodilatador en las arterias.
El vino casi es ejercicio físico. Parece ser que el resveratrol de las uvas ayuda a que los efectos de la vida sedentaria sean menos negativos. Obviamente no es un sustituto de la actividad física pero puede ayudar a minimizar los inconvenientes que sufren las personas obligadas a guardar reposo.
El vino reduce el riesgo de padecer cáncer. Sobre todo el de pulmón en los hombres y el de mama en las mujeres, gracias a los flavonoides y sus propiedades antioxidantes.
Si a todo esto le añadimos que cualquier comida acompañada con un poco de buen vino mejora considerablemente, tenemos la excusa perfecta para disfrutarlo. Pero siempre con moderación.
ado es utilizar una cubitera con agua y hielo. Por el contrario no es aconsejable hacerlo a través del congelador, pues el cambo resulta demasiado brusco. ¿Y cómo podemos saber la temperatura a la que está la botella? La respuesta la dejamos para otro post.
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